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Homilía Solemnidad De La Virgen De La Cinta, Patrona De Huelva
Mi querido Hermano Prelados Don I., Hermanos sacerdotes, Sr. Regidor y miembros del Excmo. Municipio de Huelva, Autoridades civiles, militares y académicas, Hermano Mayor y miembros de la Fraternidad de Nuestra Señora de la Cinta, Presidente del Consejo de Fraternidades y Hermanos Mayores, queridos hermanos y hermanas todos:
Uno. Rebosante de alegría, toda la Iglesia festeja el día de hoy la N. de la Virgen M., Madre de Dios y Madre nuestra. Los cristianos nos reunimos el día de hoy en abundantes pueblos y urbes para honrarla con diferentes títulos, que señalan su presencia maternal en la mitad del Pueblo de Dios y la percepción de los fieles que la acogen como Madre y sienten su tierna protección.
De esta manera lo hacemos el día de hoy los cristianos de Huelva, ovacionando a M. como Patrona nuestra y también invocándola bajo la entrañable advocación de la Cinta; Cinta que nos une más con fuerza a su Hijo Jesús; Cinta que nos anuda más como hermanos; Cinta que venda nuestras heridas y calma nuestros dolores.
dos. Hemos escuchado la palabra de Dios. Sorprendentemente no charla del nacimiento de M., no obstante se ha proclamado el nacimiento de J.. Esto señala que en M. todo apunta a su Hijo. M. ha sido escogida por Dios como la Madre del S., como digna morada en que el Hijo eterno del Padre, tomaría nuestra carne, por obra del Espíritu Santurrón en su seno virginal.
El fragmento del Evangelio que hemos escuchado va antecedido por una genealogía de J., que presenta a la humanidad, profundamente herida por el pecado, una humanidad oscurecida por tantos fallos, divisiones y también injusticias, y, no obstante, querida por Dios, hasta tal punto, que su Hijo es mandado para ser el S., -el Emmanuel- Dios con nosotros, el médico que puede sanar el corazón humano, el que pastoreará con la fuerza del Señor y va a ser nuestra Paz.
La Iglesia se alegra, se robustece y se disfruta en la celebración del Nacimiento de la Virgen M. que fue para el planeta esperanza y aurora de salvación” dos En el nacimiento de la Virgen M. apunta ya la luz del nuevo día, del tiempo nuevo, que va a traer el nuevo Sol, Cristo J., que nace de lo alto para alumbrar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte, para guiar nuestros pasos por el paseo de la paz”Esta es una celebración de alegría y esperanza que debe proyectar su luz para nuestra renovación personal, eclesial y social.
tres. Todos y cada uno de los actos efectuados en honor de nuestra Patrona, la Virgen de la Cinta: su traslado desde el Conquero al centro de la Urbe, su solemne procesión, esta Eucaristía que estamos celebrando…, todo tiene que conducirnos a una cuestión esencial, -que no puede quedar enmascarada con lo que deseamos hacer por Ella-. Cuestión que consiste, exactamente, en descubrir qué desea Ella hacer por nosotros. M. siempre y en todo momento nos enseña a J. y nos repite: haced lo que Él os diga” cuatro Estamos llamados a ser imagen de su Hijo” cinco y por lo tanto, nada puede alegrar más a nuestra Madre, que vernos medrar y vivir pareciéndonos a Jesucristo. Esta unión nuestra con el Señor hace que en nosotros todo sea nuevo seis y que vivamos como hijos de la luz siete
Toda celebración cristiana hace retumbar la llamada de Dios a que redescubramos nuestra vocación a la santidad -si bien esta palabra parezca extraña en nuestra sociedad-. La Virgen, Santa M., en la que Dios hizo maravillas, es modelo para todos , que por el Bautismo recibimos la gracia de ser hijos de Dios, y fuimos envueltos con la vestidura blanca que debemos sostener siempre y en todo momento limpia, en una vida congruente con la fe que profesamos; y si por nuestra debilidad la manchamos dejarnos purificar por el sacramento de la clemencia y por nuestra actitud de conversión permanente. Dios nos deja nacer nuevamente ocho para entrar como pequeños en su reino nueve
cuatro. En este día de la Celebración de nuestra Patrona, que festejamos providencialmente cuando empieza un nuevo curso, deseo encomendar singularmente a la Virgen M., el nuevo Plan Diocesano de Evangelización, que vamos a arrancar en los próximos meses. El Plan pastoral está centrado en la renovación de nuestras Parroquias: que deben ser lugares donde se viva y se transmita el misterio del amor de Dios.
Están llamadas a ser una escuela de acólitos, un hogar de hermanos y una cuaja de testigos, que vivan intensamente su fe en Cristo y la hagan admisible en el planeta por el testimonio de una caridad genuina. Que la Virgen M., Madre de la Iglesia, nos asista a descubrir la dimensión comunitaria de nuestra fe y que nos ate unos a otros con la Cinta del amor fraterno, nos libre de la atomización y de las divisiones internas, y nos conceda hacer presente en nuestra sociedad la novedad del Evangelio.
cinco. Los cristianos vivimos en la mitad del planeta y tenemos que ser sensibles a sus sufrimientos. La imagen de la Virgen de la Cinta nos presenta a su Hijo J. desvisto y débil, signo de tantos hermanos nuestros que precisan nuestros ademanes de amor y nuestra espléndida dedicación para mitigar sus necesidades. El día de hoy deseo resaltar 2 tentaciones que nos pueden afectar en el instante presente:
-La tentación de aprovecharnos de la situación laboral precaria, del paro de tantos hermanos nuestros, ofertando trabajo mal retribuido en condiciones de discriminación, singularmente si se trata de la mujer de la persona inmigrante, que no tengan presente la dignidad de toda persona.
-La tentación de perder la sensibilidad frente al tema del aborto, para no habituarse jamás a lo espantoso” diez ,-en expresión de un querido Prelados-cronista-, pues, una vez legalizado”, puede considerarse como algo éticamente admisible. La vida del que nacerá es sagrada. Se trata de la criatura más débil que ha de ser protegida y amparada. En esta celebración del Nacimiento de la Virgen renovemos nuestro compromiso de proteger la vida. El Pequeño débil en brazos de nuestra Patrona nos lo recuerda siempre y en todo momento.
Mis queridos hermanos y hermanas:
Que la Virgen de la Cinta nos acompañe en el paseo de nuestra vida y también interceda ante Dios a fin de que resguarde a nuestra Urbe, concediéndole un progreso material y espiritual permanente; estimule a nuestras familias a fin de que vivan un amor sólido y auténtico; y que asista a todos y cada uno de los necesitados haciéndolos fuertes en las pruebas y provocando amor solidario a su alrededor. Amén.
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