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La Virgen de la Cinta, Patrona de Huelva, cruzó la capital onubense acompañada de miles y miles de personas, que, con devoción, se volcaron en vivas, olés y aplausos a lo largo de todo el trayecto de la subida.
Un minuto tras las 7 de la tarde, la Cruz de Guía salía de la Catedral de la Merced. A las diecinueve y ocho horas, se hacía el silencio en la plaza de la Merced y en las zonas aledañas. El paso de la Virgen de la Cinta se asomaba por la puerta. La Banda de Música 'Virgen de las Mercedes', de Bollullos Par del Condado, tocaba segundos después el Himno de España, entre los aplausos de los onubenses, que volvieron a contener el aliento: sonaba Victoria del Polvorín y Esperanza por Huelva Coronada. Ya antes, el conjunto de sevillanas Onuba había rezado cantando a la patrona onubense.
5 minutos tras la salida el paso procesionaba paralelo al edificio del viejo convento de Mercedarios Descalzos (de mil seiscientos cinco), la presente Capacitad de Empresariales de la Universidad de Huelva, a cuyas puertas su decana, M. Asunción Grávalos Gastaminza, hacía entrega de un ramo de flores. Primera ofrenda floral en la calle que fue seguida de otras tantas entregas a lo largo del recorrido.
Veinte minutos precisamente tardó el paso en regresar a la puerta, esta vez ya en la calzada, al lado de las esquina del Camino de la Independencia. Acá llegaron los primeros vivas: un Viva la Virgen de la Cinta” y un viva Huelva” de una sola voz, seguidos de cientos de vivas.
El tramo del Camino de la Independencia por donde transcurrió el procesionar de la Fraternidad de la Cinta de regreso al Santuario fueron cuarenta minutos de emotividad. Los onubenses que se dieron cita no pudieron contener los múltiples oles que chillaron frente al cante de R. Cuaresma, que interpretó un fandango tras M. J. R., acompañadas por las guitarras de M. Lopa y P. Romero, apostados, los 4, en las escaleras laterales de la Catedral.
El silencio de las miles y miles de personas frente a los cantes, solo roto, aparte de por los olés, los vivas y los aplausos, por el sonido de los campanillas que el paso de la Virgen lleva en sus 4 esquinas, volvió a hacerse con las sevillanas de otro onubense: D. Carrasco, que desde el balcón de una residencia se deshizo en encomios a la patrona de Huelva: Y tu mirada me da la paz / pues tu mirada me da consuelo, / uy, Cinta, Virgen de la Cinta, / te quiero, cuánto te quiero”, cantó Carrasco.
Desde este sitio, frente al Bar Cátedra, la chicotá tuvo otro destino. Frente al Cajasur de este camino onubense, el Viejo Coro de la Fraternidad de Huelva despertó conmuevas en los asistentes, que frente a la belleza del instante, obsequiaron más oles al término de cada fandango y sevillanas.
Eran las diecinueve y cincuenta y cinco horas y llovían pétalos desde la sexta planta del mismo edificio en uno de cuyos balcones los componentes masculinos del coro cantaban: Moreno tiene el rostro / de la brisa de la mar. / El que se pone delante / sonríe rompe a plañir. / No hay lucero ni estrella, / por más que tenga el cielo, / que reluzca como esa cara de caramelo”. Oles sonaron por La Merced.
Tras estas sevillanas (solo 2 de las 4), unos fandangos y, nuevamente, otras sevillanas.
Abajo en la calle, una espontánea asimismo deseó rendir devoción a la Virgen de la Cinta con un fandango. Un vecino del número sesenta y cinco de la calle gritaba: Viva la Virgen de la Cinta, viva la patrona de Huelva, Viva la Reina del Conquero, Viva Huelva”. Enfrente, en el número cuarenta y cinco, otras 3 voces masculinas entonaban una sevillana dedicada a la Virgen Chiquita.
Había pasado una hora y dieciseis minutos cuando la Virgen, ya antes de percibir otro ramo de flores más, se viraba a la derecha y se ponía de cara a la Plaza de Toros.
La Virgen se dirigía ya hacía el distrito de Las Colonias, mas ya antes tenía otra cita pendiente. En la puerta de la Comandancia de la Guarda Civil, el teniente coronel de la benemérita en Huelva, J. A. Hurtado hacía entrega de un ramo de flores.
El Coro de la Guarda Civil de Huelva despedía de La Gracias a la patrona de la capital onubense, que siguió cara su santuario, en el distrito de La Orden.
Ya antes, efectuó la Virgen Chiquita otras tantas paradas, con rezos por sevillanas, en la Portada de la barriada de la Navidad y en la calle Don Bosco de Las Colonias.
El instante más emotivo ya antes de la subida al Conquero, fue el del Humilladero de la Cinta, ya pasada la medianoche. Fue el instante anterior de la sola chicotá en la que los costaleros del paso de la Cinta suben a su Virgen por la Cuesta que lleva el nombre de la patrona. Cerrada esta edición, la Virgen entró en el templo.
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