Entre la desembocadura de los ríos Guadalquivir y Guadiana, la costa onubense es una sucesión de playas espectaculares, idílicos espacios naturales y puertos pesqueros de genuino sabor marinero.

Merced a esta privilegiada situación, no resulta extraño localizar en prácticamente todos los restaurants los productos más sabrosos del litoral atlántico.

De este a oeste, la Costa de la Luz se prolonga desde el Parque Nacional de Doñana y acaba en la desembocadura del Guadiana, frontera fluvial entre España y Portugal.

Muchos rincones se disputan ser el más bonito de la zona. No obstante, en sus costas la gamba blanca no debe competir, pues no hay contrincante que iguale su sabor.

De largos bigotes y aplanado cuerpo, la gamba blanca es la reina de las lonjas y del tapeo de Huelva. La flota de bajura la atrapa artesanalmente en los fondos areniscos del litoral y su fina piel, de un tono ligeramente rosado, requiere un punto preciso de cocción y un pellizco de sal para transformar este marisco en entre los manjares más exquisitos de la cocina onubense.

La senda propuesta empieza en las marismas de Almonte. En ellas está situada la aldea de El Rocío, donde miles y miles de fieles peregrinan todos los años, el primer lunes de Pentecostés, para honrar a la virgen, su virgen.

La romería es la más tumultuaria, tradicional y alegre de Andalucía. El santuario (construido en los años sesenta), las calles de arena a la puerta de las casas de las fraternidades y las vistas en frente de la marisma son lugares de visita obligada.

Aparte de sus espléndidas playas, los bares de tapas de Isla C. son un buen sitio para hacer un reposo

La carretera nos conduce hasta Matalascañas. Allá disfrutaremos de su extensa playa frente al Atlántico, nos acercaremos a su impresionante faro y recorreremos el Parque Dunar, que se halla señalado bajo un paseo de sabinas y pinos.

Si tras este chapuzón de naturaleza todavía nos quedan fuerzas, podemos desviarnos a El Acebuche, que es el Centro de Recepción de Visitantes del Parque Nacional de Doñana y donde vamos a poder hallar toda la información precisa para no perdernos detalle del parque.

Una carretera atraviesa el Parque Nacional de Doñana y une la playa de la Torre de la Higuera (Matalascañas) con la de Mazagón.

Hay múltiples zonas de recreo ya antes de llegar al desvío que conduce a la playa del Parador, que ofrece espectaculares barrancos de arenisca, como el del Asperillo. Desde Mazagón cara Huelva, el paisaje se torna industrial y concluye en La Rábida, cuna del descubrimiento del Nuevo Continente. Acá vamos a visitar el parque botánico J. C. Mutis, gratis y con especies de los 5 continentes; el Muelle de las Carabelas, con una reproducción de las 3 naves que llevaron a Colón hasta América, y el monasterio de Santa M. de La Rábida.

Frente al cenobio, del otro lado de la ría de Huelva divisamos la desembocadura del Odiel y sus marismas, asimismo declaradas Rincón Natural. Ahora, el trayecto nos conduce hasta la capital. A la entrada cruzamos el puente sobre el río Tinto para enlazar con una carretera que recorre el dique J. C. I hasta el faro, en frente de la refinería.

Punta Umbría, entre los centros oficiales de veraneo en Huelva y siguiente parada en nuestra senda, queda a un paso de la urbe. Podemos acceder a las conocidas playas de dunas de los Enebrales y Mata Negra mediante múltiples pasarelas de madera.

Tras un relajado baño, seguimos el recorrido hasta El Portil, extremo de otro de los espacios naturales protegidos más representativos de la Costa de la Luz: la desembocadura del río Piedras y la Flecha del Rompido, una barra arenisca de diez quilómetros de longitud que se extiende hasta El Terrón y que cobija una esencial colonia de aves acuáticas como el ánade rabudo, el cormorán o bien la garceta común.

Desde allá ponemos con rumbo a La Antilla, una larga playa de entorno familiar en la que resalta su camino marítimo, con palmeras y terrazas que llegan prácticamente hasta la arena.

Pegada al litoral, la carretera nos ofrece vistas al mar y lleva hasta Isla C.. La extensa flota de bajura de la localidad lidera las atrapas de gamba blanca que podemos adquirir a buen costo en su lonja, afamada desde el siglo XVIII.

Hay que acercarse por allá y tapear. Aparte de sus espléndidas playas –Islantilla, la del Centro o bien la de Punta del Caimán–, sus bares de tapas son un buen sitio para hacer un reposo. La senda concluye en Ayamonte, el ayuntamiento más occidental de la provincia, al lado del cauce del Guadiana.

Desde el distrito de la Villa percibimos el estuario, el puente Internacional y la localidad lusa de Vila Real de Santurrón António. La iglesia del Divino S., el Pozo Nuevo y el Museo de la Fraternidad de la Soledad, que guarda piezas de la Semana Santa local, son paradas obligadas con rumbo a la zona de La Ribera, que pone el colofón con sus puertos pesquero y deportivo y las calles más animadas en torno a la plaza de La Laguna.

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